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lunes, 16 de agosto de 2010

Castillo de Jodar




Castillo de Jodar(Xodar):






HERALDICA:


El escudo de Jódar es el campo de oro una banda de sable o negra que la cruza, lleva una estrella de cinco puntas en plata y en la parte inferior un castillo en su color. Bajo el escudo el lema "Xodar Villa Leal" concedido por Alfonso X en 1272. En 1913 el rey Alfonso XIII le concede el título de ciudad. Va timbrado por la corona real. La bandera de Jódar, es de color granate, fue dada por Alfonso X el Sabio en la misma época.



GEOGRAFIA:



Ubicación: Comarca de Sierra Mágina

Latitud y longitud: 37°50' Norte y 3°21 Oeste.

Gentilicio:Galduriense, Jodeño/a

Altura sobre el nivel del mar: 647 metros

Ríos:Guadalquivir y Jandulilla

Extensión: 149 km2.

Población: 11.991 habitantes




HISTORIA DE JODAR (Xodar):


El primer asentamiento de la ciudad de Jodar se cree que aparece en el apartado dedicado a poblaciones desaparecidas, cita a: "Xandulilla, población situada al poniente del río Jandulilla, cuyo asiento se conoce por un castillo o fortaleza, cuya población desapareció hace dos siglos", la citada obra se escribió en 1634. También se cita en esta obra que "Xandulilla tuvo su asiento en la ribera occidental del río Xandulilla a la parte meridional de Úbeda la Vieja y no lejos de ella. Este lugar lo dio el Santo Rey Fernando a la ciudad de Baeza con otros lugares, por Real Cédula dada en Burgos en 18 de mayo del año 1231. Ahora está despoblado y sin iglesia", en los documentos de los siglos XVII y XVIII que se conserva en el Archivo Municipal al lugar donde se asentó la villa de Xandulilla se le denomina como "Villa de Félix", no sabemos porqué, quizás se trate de un apodo para distinguirla del nombre del río. El paso del río Jandulilla fue una de las zonas más inseguras de la Frontera; así en torno a la campaña de 1277 los castellanos perdieron su control ante las tropas de Abu Yusuf, matando este "innumerables miles de cristianos y cautivaron otro tanto de mujeres y niños" (Ibn Abi zar, Rawd al-Qirtas) siendo destruido el castillo de esta Villa. En 1407 la zona del Jandulilla vivió el paso del ejercito de Muhammad VII, que según la Crónica de Juan II, estaba compuesto de tres mil caballos y treinta mil peones, arrasando los arrabales de Baeza, destruyendo la villa de Bedmar asesinando a su Comendador, llevando prisioneros a Granada a su mujer e hijas y a los sesenta supervivientes del asalto.

Jodar es una de las principales poblaciones de la comarca: La Villa de Xodar (Jódar), que desde finales de los años 20 del siglo XIII, fue conquistada y perdida, en varias ocasiones, por las tropas de Fernando III, hasta que a través de un pacto, según algunos historiadores, se ocupó la plaza el 25 de julio de 1231, por las tropas que mandada Sancho Martínez de la Torre, que después se apellidó de Xodar, convirtiendose en el primer Señor cristiano de la población, y Adelantado Mayor de la Frontera de 1253 a 1258, creándose en Xodar uno de los principales Señoríos laicos de Andalucía. La estratégica situación del Castillo de Jódar como puerta para el Guadalquivir, sirvió como base para la conquista de Úbeda, fortificandose enormemente el mismo con la construcción de la llamada Torre Nueva y otras obras importantes en las murallas.
La frágil línea fronteriza, que permitía las constantes incursiones en ambos territorios, hizo difícil la repoblación de la zona, por lo que el rey Alfonso X concede a Xodar el título de Villa Leal y el Fuero de Lorca, para que a través de grandes franquezas y privilegios se repoblase, contraprestándose así el peligro con la cercana frontera, que quedó estabilizada a través de un pacto durante el reinado de Sancho IV, quedando fijados los límites entre los reinos castellano y granadino, siendo escasas las conquistas hasta el siglo XV.
Sancho Martínez de Xodar fue uno de los principales poderes del Reino, prestó grandes servicios a la corona, y parece ser fue uno de los conquistadores de Baeza mencionándose entre los trescientos infanzones de allí; participó en la toma de Sevilla, donde obtuvo algún heredamiento, asistiendo constantemente a incursiones en el reino de Granada, tras su muerte el Señorío quedó disgregado y algunas de sus posesiones pasaron a manos granadinas, aprovechando la guerra civil castellana. Sancho fue nombrado además, Señor de Bedmar, El Carpio, Garciez y de los Castillos de Chincoya y Ablír, así como de la Villa de Xandulilla, que quedó incorporada al Señorío de Jódar, fue precisamente en esta Villa donde surgió una de las más antiguas leyendas, la del MILAGRO DEL PESO DEL SEÑOR DE LA MISERICORDIA, que dio origen a la devoción patronal a este Cristo, la misma se produjo en los días en que ante la tensa situación de peligro, la Villa fue abandonada por sus habitantes, repartiendose sus propiedades entre Úbeda y Xodar, los historiadores sitúan la destrucción de la Villa a mediados del siglo XIV.
Tras la muerte de Sancho Martínez, en torno a 1275, pasa el Señorío de Jódar a su hija Juana Rodríguez de Xodar que se casa con Garci Méndez de Sotomayor, para el historiador Tomás Quesada tras la muerte de Sancho Martínez el Señorío pasa al hijo de éste Jimén Pérez de Xodar, pasando después a su hija Juana Rodríguez de Xodar, que la sitúa como nieta del Adelantado Mayor de la Frontera, la cual casa con Garci Méndez de Sotomayor, sucediéndole el hijo de éstos Garci Meléndez de Sotomayor, al parecer Alcaide de Alcalá la Real. Continúa la dinastía con su hijo Gómez García de Sotomayor, siendo el último de los Señores por esta rama, Luis Méndez de Sotomayor. Fue precisamente con este Señor cuando a finales del siglo XIV o principios del XV, los historiadores no se ponen de acuerdo, surge una de las más bellas leyendas de amor, que ha pasado a la historia como LA FONTANA DE XODAR.
Luis Méndez de Sotomayor vende el Señorío de Xodar al Condestable Ruy López Dávalos, personaje de gran proyección histórica, alcanzando los máximos puestos en la gobernación con los reyes Enrique III y Juan II, siendo el tercer Condestable de Castilla. Caído en desgracia fue perseguido, siendo confiscados sus bienes, llegandole la muerte en Valencia en 1428.
Ejecutada la sentencia de confiscación de los bienes es sitiado el Castillo de Xodar por Fernando de Torres, Alguacil Mayor de Jaén, y el 14 de agosto de 1422, se le hace entrega del mismo por su Alcaide Pero Díaz de Navarrete, junto con el tesoro del Condestable que se componía de novecientos marcos de plata en Vajilla, siendo el tesoro repartido en diez partes por mandato del Rey. Fue en torno a estos hechos cuando varios historiadores sitúan otra de las leyendas de Jódar, la famosa de LA CRUZ DE REQUENA, en el que el ajuste de cuentas por una traición, al parecer política, es rodeada de misterio.
Por estos años también surge una de las Leyendas que más iba a influir en los habitantes de la Comarca, la APARICIÓN DE LA VIRGEN DE CUADROS, rodeada de las misteriosas apariciones de una paloma a un pastor de Jódar, bajo el torreón de Cuadros en Bedmar.
El Señorío de Xodar pasa al Justicia Mayor del Reino, Pedro de Zúñiga, al parecer por concesión real que le autoriza al crear mayorazgo sobre la Villa, no debió de hacerlo pues en 1454 es vendida al Maestre Pedro Girón que nombra a Día Sánchez de Carvajal, hombre de su confianza, Alcaide del castillo en 1463, donándole la Villa en premio a sus servicios en torno a 1465, ocasionándole un largo Pleito con los Stúñiga que querían recuperar la Villa, pleito que se extendió hasta 1511.
En 1485 los Reyes Católicos autorizan a Día Sánchez de Carvajal a fundar el Mayorazgo de Jódar, pasando al apellido Carvajal el Señorío de la misma. En éstos últimos años de frontera los vecinos de la villa recordaban todavía en las Relaciones Topográficas de Felipe II de 1578, la que sería otra de las Leyendas de Jódar la de: ESTEFANÍA MARTÍNEZ, heroína que salvó a varios niños de un ataque en las propias murallas de la Villa, salvando con gran valentía su propia vida.


LEYENDAS:



La Fontana de Xodar o Amor de Oriente:


La Leyenda dice así:
"Con el canciller D. Pedro López de Ayala, cesa la crónica y comienza la historia con el mismo carácter de reflexión humana y social que mucho después habían de imprimir en ella los grandes narradores del Renacimiento.
Con su obra histórica, que abarca varios reinados hasta el de Enrique III y en las generaciones y semblanzas de su sobrino Fernán Pérez de Guzmán, señor de Batres, ambas contemporáneas de gran parte de los sucesos que describir, con arreglo a la doble ley que obliga al historiador a no decir falsedad ni ocultar la verdad presentan al primer príncipe de Asturias, desde 1390 Enrique III de Castilla, de débil contextura, lo que le vale el nombre de El Doliente, aunque de animo entero y bien probada energía. Entre las empresas que acometió, descuella el establecimiento de relaciones diplomáticas con el famoso soberano tártaro Tamerlán, rey de Persia y emperador del Mogol y con el sultán Bayaceto, El Rayo. Fueron varias las embajadas que se cruzaron. De la segunda castellana se conserva curiosa descripción en la Historia del Gran Tamerlán, escrita por uno de los embajadores, Rui González de Clavijo. Cuenta las fiestas con que los agasajaron y las peculiares costumbres que tenían. Acostumbraban a beber en abundancia vino y "dan de beber tantas veces y tan a menudo que facen a los omes beodos", pues el embriagarse lo "han ellos por nobleza ca entenderían que no sería placer ni regocijo donde no oviese omes beodos". Cita la curiosidad que el anillo de Tamerlan mudaba de color al decir en su presencia una mentira. Pues bien, a ese lejano país, donde imperaba el célebre jefe tártaro, fue enviada por el rey Doliente, la primera embajada castellana, que la formaron Payo Gómez de Sotomayor y Hernán Sánchez de Pazuelos. Encontraron al caudillo en la Anatolia donde acababa de vencer a los turcos y se mostró complacido al recibir a los enviados de aquel soberano de Occidente, celebrando fiestas en su honor. Correspondiendo a la gentileza de Enrique III, comisionó a varios de sus cortesanos, para que visitasen al rey de Castilla, ofreciendole en testimonio de amistad, ricos productos orientales.
Gómez de Sotomayor pidió al emperador del Mogol, que se uniesen a la embajada dos bellas esclavas que aquél tenía en su poder, accediendo Tamerlan a ponerlas bajo la tutela del rey castellano. Tras de corteses ofrecimientos y suntuosa despedida, emprendieron el regreso los embajadores españoles y los orientales, acompañados de las dos cautivas. Resultaron ser estas dos princesas, sobrinas de Segismundo, monarca de Austria, Hungría y Bohemia, que al acompañar a su tío en la brillante expedición de auxilio a Bizancio, y al ser derrotado por las fuerzas de Bayaceto, cerca de Niccopolis, cayeron prisioneras de este, que las trató con respeto. Pero vencido el sultán turco por las hordas tártaras, cambiaron de dueño, pasando a formar parte de la servidumbre de Tamerlan y habiendo recuperado al fin la suspirada libertad, gracias al embajador Sotomayor. Se llamaban Angelina y María de Grecia y se distinguían por su gran hermosura y excelentes prendas morales. Después de la penosa travesía por todo el Mediterráneo, desembarcaron en Sevilla, siendo objeto de una calurosa bienvenida, celebrándose la belleza de las infantas y los vistosos trajes enviados por Tamerlan.
Desde allí se trasladaron a Madrid y en varias jornadas llegaron a Jódar, villa que poseía Luis Méndez de Sotomayor, emparentado con uno de los embajadores, siendo agasajados con muchas fiestas en su honor, músicas, luminarias y bailes. Y es aquí, en Jódar, donde florece un amor, que prendió en Oriente. El noble Payo Gómez de Sotomayor desde el primer momento que contempló a la excautiva Dª María de Grecia quedó esclavo de sus encantos. Durante la larga navegación por las azules aguas del Mediterráneo, el embajador fue descubriendo nuevas perfecciones en la Infanta, pero por respeto y por la diferencia de edad no se atrevía a exteriorizar su íntimo sentir. Pero surgió en Jódar el obstáculo de mas consideración, un rival. Era un apuesto joven, del noble linaje de los Mendozas, cuya casa solariega se alzaba en Bedmar y que atraído a la vecina villa de Jódar por el acontecimiento de la 1legada de las princesitas, presto se había enamorado de Dª María, por lo cual tomó parte en las concurridas justas con que fueron obsequiadas, resultando vencedor. El embajador D. Payo, que por estos motivos no hallaba sosiego, no queriendo que se le anticipase prescindió de su calidad de fiel guardador de las dos bellas hermanas, de su viudez, de sus cuatro hijos y de que ya marchaba hacia el ocaso de su humana peregrinación, Doña María no había llegado a los quince años, mientras que él frisaba en los cincuenta. Resolvióse a manifestar su pasión oculta, el otoño se aproximaría a la primavera de la vida. Y en una noche serena, alumbrado por la plenitud de la luna, junto a la Fuente Principal de Jódar, que derramaba en acariciador murmullo, sus cristalinas aguas, Sotomayor, hondamente conmovido, expuso a Dª María el dulce sentimiento que le embargaba, siendo grande su gozo al ver en la Infanta la anhelada correspondencia, le debía ser libre y posiblemente le sería también deudora de su felicidad. El amor, que arraigó en Oriente, brotaba vigoroso en este rincón andaluz. Los vecinos de Xodar, como recuerdo inmarcesible de este cariño, que creció lozano en el siglo XV, lo rememoran con este cantar:


"En la fontana de Xodar
vi la niña de ojos bellos
e finque ferido de ellos
sin tener de vida una hora".


Pronto la comitiva levantó sus reales de la villa de Xodar, siguiendo por Úbeda y Baeza a coger el camino real de la Corte, por donde pasaron a Alcalá de Henares, donde fue recibida por el Rey que admiró los presentes y se condolió de la desgracia de las dos Princesas, tomándolas bajo su real protección y ofreciendole su apoyo, proponiéndose darlas a un rico y noble caballero por marido, pero quiso la suerte, que el despechado Caballero de Bedmar, que al notar la precipitada marcha de la comitiva, siguió sus pasos hasta la Corte, enterose el Rey de los amores de Doña María con Don Payo, al que causaron tal enojo, por considerarlo un grave desacato a su persona, por venir las damas encomendadas a su regia protección, que decretó la prisión del enamorado Embajador, el que, enterado confidencialmente por la misma Princesa de lo que contra el mismo se tramaba, huyó a Galicia, y, como la persecución arreciase, no encontrándose seguro en aquella región, pasó a Francia, hasta que los ruegos y lágrimas de la Princesa abandonada, ablandaron por fin al monarca, que otorgó su perdón, concediéndole la mano de doña María, a la que tenía sobrados derechos, pues erale deudora de la libertad y acaso de la vida.
Su hermana Doña Angelina casó en Segovia con el Regidor de la Ciudad Don Diego Contreras. De esta forma llegaron a nuestra Patria estas ilustres cautivas, para cuyos infortunios, dice el Licenciado Colmenares, la fortuna hizo teatro la mayor parte del mundo, pues habiéndolas sacado cautivas en tierna edad de Hungría, su Patria, las llevó entre prisiones y horrores militares al Asia y de allí, las volvió con fatigadas peregrinaciones a los últimos términos de Europa. ¡Oh, mortales, cual incierto es el sepulcro, aún de los Reyes!".


La Cruz de Requena

Esta leyenda es muy divulgada en la población, y todavía existe hoy, junto a la Carretera que va a Iznalloz, el lugar denominado la "Cuesta de Requena", conservándose su cruz hasta comienzos de siglo, para el Cronista Mesa Fernández esta historia representa la de una traición, la fecha en el momento histórico de la caída del Condestable Dávalos, acusado de mantener tratos con los Granadinos, acusaciones que después se demostraron eran falsas. En este contexto se sitúa Requena, que actuaba como adalid del Condestable, explorando el territorio, ya que conocía a la perfección el mismo. Los adalides eran personas marginales dedicadas al pillaje, incluso musulmanes pasados a territorio castellano, nada tiene de extraño de que el renegado Requena se dedicase al robo de ganado, hasta que fue sorprendido en su intento, siendo asesinado.
Otros opinan que Requena en realidad era un Alfaqueque, que servía como intermediario entre ambos reinos, con un profundo conocimiento de la lengua, ya que a diario se producían entre los castillos y villas vecinos de ambos reinos robos de ganado, captura de personas y muertes que en tiempos de tregua eran resueltos por estas personas antes de que las venganzas iniciasen de nuevo las hostilidades.
Nada tiene de extraño de que Requena traicionase a los castellanos, y éstos lo asesinasen, creando la leyenda de la aparición satánica como castigo a su traición a la causa cristiana, recordando con la cruz el pago que tenían los traidores. O bien, que traicionase a los musulmanes y que los cristianos creasen la leyenda de que se le apareció Satanás como castigo a su traición, colocando una cruz como símbolo de la victoria de la conversión de Requena.
La leyenda, publicada en la Revista "Galduria" por el Cronista Mesa Fernández dice así:
"Una de las más antiguas leyendas y más bellas es la referente a la Cruz de Requena, que oímos contar en nuestra niñez. Hace años desapareció el monumento, la cruz que la recordaba, pero el collado donde estuvo existe todavía, aunque ya nadie tiembla al pasar por aquellos lugares. En lo antiguo, antes de construirse la carretera de Almería, partía del pueblo, desde la llamada Puerta de Granada, situada al final de la Carrera de los Molinos, un camino que, bordeando La Golondrina se endereza a buscar las márgenes del río Jandulilla, casi paralelo al trazado de la actual carretera. A unos cuantos kilómetros del pueblo, en el sitio conocido por El Collado, hubo hasta el siglo pasado una cruz de madera, que recordaba el trágico suceso ocurrido allí, por los años finales del siglo XIV o principios del XV.
En una noche en que el agua caía a torrentes y en que el trueno y el relámpago eran dueños de la atmósfera, se deslizaba mas bien que caminando, un ser humano que entre imprecaciones y blasfemias, maldecía de su sino. Era el renegado Requena, el gran amigo del Alcaide del Castillo de Jódar, el que tantas veces traicionara no sólo a sus amigos los moros de Granada, sino también a los cristianos. Requena iba invocando al Diablo, cuando de pronto sus pies tropezaron con un animal tendido en el camino. A la luz de uno de los relámpagos se dio cuenta de que se trataba de un macho cabrío, lo que fue suficiente para que se lo echase a la espalda. Mas de pronto, el animal, que no era otro que Belcebú, le dirigió la palabra: ¡Requena! ¿ peso?, y Requena, que en tantas ocasiones había desafiado a la Divina Providencia, no pudo sobrevivir al pánico y quedó muerto en el acto. Unos campesinos se encontraron al día siguiente el cadáver ennegrecido y con las huellas indelebles del terror sufrido. Lo llevaron a Xodar y desde entonces "quedó el Diablo por las noches dueño absoluto de aquellos lugares". Años mas tarde, cuando los cristianos avanzaron en la reconquista, y Bélmez, Solera y Huelma fueron libres de la morisma, se puso una cruz en El Collado, ante cuya vista, los caminantes, después de rezar una oración, aligeraban su paso, sobre todo si la penumbra avanzaba en los cortos días de invierno. Tal es la leyenda sobre la Cruz de Requena. Existen motivos para pensar que debió de tener fondo real".


Estefanía Martínez

Es quizás una de las más claras leyendas sobre la inestabilidad de la frontera, hasta ahora se venía situando cronológicamente en el siglo XIII, pero no creemos que esta tradición se mantuviese todavía viva a finales del siglo XVI. En efecto, en las Relaciones Topográficas de Felipe II del año 1578, conservadas en la Biblioteca de El Escorial, capítulo 32, se dice: " A los treinta y dos Capítulos dixeron que en tiempo que Granada era de los Moros se peleaba cada día a las puertas de la misma villa, y que estando un día media docena de niños jugando cerca de un guerto, vinieron moros que habían ido a correr la tierra y pasaron por las puertas della y una mujer que se llamaba Estefanía Martínez tomó los niños y los echó por sobre la parte de un guerto y ella saltó por la misma parte y llegó un moro a tiempo que le llevó las tocas de la cabeza(...)". Así se relata este episodio fronterizo. En torno a 1421, según Argote de Molina, en las cercanías de Jódar había unos puestos de escucha para vigilar la zona, puestos que todavía se mencionan en las Relaciones Topográficas anteriores, fue a partir de 1430 cuando ya existía un definitivo control castellano del paso del Jandulilla, quizás se pueda situar esta tradición en torno a 1407 con el paso de las tropas de Muhammad VII.
La Leyenda fue adaptada por el Cronista Mesa Fernández, quien la adornó literariamente, fue publicada por primera vez en el Programa de Fiestas de 1956, el mencionado Cronista sitúa este hecho durante el Señorío de Sancho Martínez de Xodar, dandole la siguiente forma:
"Bien reforzadas fueron las murallas de Jódar, desde la puerta de Baeza, junto a la peña del Viñatero, hasta la de Granada, por donde se sale al Ejido. Dentro del recinto han quedado huertas que fertilizan y riegan las aguas que bajan del Castillo. Y por los portillos, pequeñas salidas abiertas en las murallas, por donde salen confiados en las treguas con los moros, no sólo los campesinos a sus trabajos, sino también mujeres y niños, que ayudan en las faenas y juegan junto a la muralla. Hasta que un buen día, sin que los vigías puestos en las atalayas del Cerro Nando y Cerro Luengo y muchos mas que rodean la Villa, y son como ojos, siempre abiertos dispuestos a prevenir las entradas de los moros, éstos, aprovechandose de las sombras de la noche y siguiendo desde los castillos de Bélmez y Solera el cauce del río Jandulilla, llegan temprano, a las primeras horas del día, a los bosquecillos que rodean el Barranco de Las Salinas. Sin ser descubiertos, se acercan aun más a la Villa, dispuestos a cautivar a un grupo de niños que vieron salir por el portillo de los huertos y que juegan junto a el. La presa se hace aun más tentadora, porque tras los niños sale al campo una joven y hermosa mujer. El adalid de los granadinos piensa en su harén, o en el favor que recibiría de su rey al entregarle la cautiva olvidándose de que había sido rota la tregua que había firmado Sancho Martínez con el Rey Alhamar. Desde la Torre Vieja del Castillo han visto, por fin, a los moros y dan la señal de alarma; suena una trompa que avisa del peligro, y las puertas y portillos quedan pronto bien atrancados. No se dan cuenta los vigilantes, ni de la mujer, ni de los niños que al exterior de la muralla se apretaban. Van a ser cautivados, y pronto correrán los corceles moros con su presa a guarnecerse en sus castillos. Pero no cuentan los infieles con el varonil animo de la mujer castellana; Estefanía Martinez, éste es el nombre de nuestra paisana, que se defiende con autentico animo varonil de los asaltantes. Hasta el ultimo rapaz ha sido salvado, aupandolo por encima de la débil muralla y aun lucha Estefanía con los moros, que no quieren perder la mejor de sus presas. Las ropas desgarradas, el pecho al aire, muestran el coraje de la mujer de Xodar, mientras que con un leve puñal y una estaca, se abre también camino hacia las escarpias que le sirven de agarradero para izarse y dejarse caer dentro de la plaza. Salvó a los niños y ha burlado a los moros, que sin esperar la acometida de los caballeros que bajan por la cuesta de la Cava, vuelven grupas hacia el Jandulilla".
Fue el Cronista, Narciso Mesa Fernández, quien recopiló estas tradiciones, dotándolas de un contenido literario del que carecían, así como de un contexto explicativo hasta ahora desconocido, de todas ellas sólo la del Cristo de la Misericordia, la Virgen de Cuadros y la Cruz de Requena se siguen refiriendo en la ciudad, aunque menos historiadas y con una narrativa menos complicada. La de la Fontana de Xodar y Estefanía Martínez son adaptaciones literarias de hechos reales, sobre todo, la segunda. No obstante todas son merecedoras de su análisis en el contexto de la frontera con el Reino de Granada y fiel reflejo del momento social que se vivía.



Castillo de Jodar:

Los orígenes de Jódar son muy antiguos, los restos arqueológicos atestiguan la presencia humana en su término desde el III milenio a. C.. Después fue ocupada por íberos y por romanos como atestiguan las inscripciones en unos de sus sillares por lo que se considera uno de los mas antiguos de Andalucia
Las fuentes árabes hablan de esta población como Xaudar, y en principio no era más que una aldea dotada de una pequeña fortificación. Conforme la población fue aumentando, también lo hacía la aldea, convirtiéndose en un próspero núcleo urbano que era considerado en el siglo X como una de las dieciocho cabeceras de distritos administrativos de la cora de Yayyan (Jaén). Este desarrollo repercutió en la necesidad de dotar a la ciudad de defensas e infraestructuras, y así se se circundó con murallas, se levantó una mezquita de tres naves sostenidas por columnas de mármol y jardines, y la fortaleza se convirtió en una alcazaba donde residía el gobernador y la élite árabe. Xaudardar era una de las primeras productoras de aceite de Jaén, hasta el punto que se la conocía como Gadir al-Zayt (el depósito de aceite).

Entre los años 1227 y 1229 Xaudar fue conquistada por Fernando III el Santo, y se convirtió en uno de los núcleos más importantes en la frontera con Granada. Al poco tiempo, tanto Jódar como Bedmar fueron entregadas en señorío a Sancho Martínez de Xódar. En el año 1272 el rey Alfonso X el Sabio le concedió el título de Villa Leal y Fuero de Lorca, que no hizo sino impulsar su repoblación.

Jódar pasó a manos de los Sotomayor por enlaces matrimoniales, y éstos la vendieron en el año 1371 al condestable Dávalos. Al caer éste en desgracia, por sus enfrentamientos con don Álvaro de Luna, y serle confiscados todos sus bienes y retirados títulos y dignidades, las tropas de Juan II sitiaron Jódar, que terminaría por entregar su alcalde.

El 3 de enero de 1485 la reina Isabel la Católica autorizó a su guarda mayor, don Día Sánchez de Carvajal, a fundar mayorazgo en sus dominios de Jódar y Tobaruela. En 1618 Felipe III elevó este señorío a marquesado, que por herencia recalaría en la Casa de Frías.

En el marco del enfrentamiento entre los Benavides y los Carvajales en Baeza, en el año 1521 don Alonso de la Cueva asaltó la población de Jódar, prendiendo fuego al castillo en venganza por el asesinato de su padre, don Luis, a manos del señor de Jódar, don Diego de Carvajal.




Este castillo de origen musulmán tuvo una gran importancia estratégica tras su conquista castellana por las tropas de Fernando III el Santo en el año 1229, al quedar en primera línea frente al reino de Granada. Esto trajo consigo grandes modificaciones en su alcazaba, a la vez que se construían dos grandes torres del Homenaje (Vieja y Nueva), utilizadas como residencia de los antiguos señores



Imagenes Castillo:













































































































jueves, 8 de julio de 2010

castillo de Albanchez




HERALDICA:



En campo de oro, una cruz de Santiago, de gules. Bordura de plata que trae en jefe: Jaquelado de dos piezas, que carga el primero con las reales armas de León que trae de plata, un león rampante de gules, coronado de oro, armado y lampasado de los mismo, y el segundo con las reales armas de Castilla, que trae de gules, con un castillo, de oro, almenado de tres almenas, mazonado de sable y aclarado de azur; y en punta, las reales armas del Reino de Aragón, que carga en campo de oro, cuatro bastones o palos de gules y corona real cerada.


GEOGRAFIA:

Comarca: Sierra Mágina
Coordenadas: 37°47′N 3°28′O / 37.783, -3.467


Altitud: 862 msnm
Distancia: 45 km a Jaén

Superficie: 39,2 km²


Población: 1.228 hab.




LEYENDAS:

En el mismo cerro de Aznaitín, existe una cueva cuyos tesoros son menos artísticos, aunque igualmente preciados, si es que alguien tiene la fortuna de encontrarlos algún día, pues cuenta la leyenda que en la Cueva del Tío Malverano, en el siglo XIII, cuando Fernando III reconquistó la zona, un rico moro escondió antes de huir toda su fortuna en esta laberíntica cueva. Años más tarde, un viejo campesino encontró el tesoro, pero cuando se dispuso a buscar ayuda al pueblo para cargarlo murió de un ataque al corazón y sólo le dio tiempo a indicar su paradero con estas palabras: "Frente a la cabeza del toro está el tesoro".

Historia de Albanchez de Magina

Albanchez de Mágina es una población de unos 1.700 habitantes situada a la falda del Aznaitín. El núcleo urbano se distribuye a los pies del castillo, que sobre una peña domina al pueblo, cuyo termino es regado por los ríos Vadillo y Hurtar y numerosas fuentes. Desde la prehistoria aparecen huellas de poblamiento humano, como en la cueva de los Esqueletos o de las Figuras en el Paraje de las Zorreras, que fue descubierto en el siglo pasado por unos campesinos, se trataba del hallazgo de varios esqueletos , sentados en semicírculo y armados de flechas cuyas puntas eran agudos pedernales con cuchillos y lanzas también de pedernal. Los investigadores lo han identificado con un enterramiento múltiple de las Edades del Cobre-Bronce. También han aparecido restos ibéricos, como el friso de piedra llamado "Cérvido Ibérico", que actualmente se encuentra ubicado en el Museo Arqueológico provincial. Del paso de los romanos, se han encontrado varios tesorillos de monedas y varias inscripciones, de los que algunos investigadores deducen la existencia de una ciudad romana enterrada, llamada Campaneana, en el paraje conocido como Campanil. El núcleo urbano de Albanchez debió tener su origen entre los siglos VII y IX, cuando la población campesina empleara la peña, bajo la que se asienta el pueblo, para buscar refugio. Hacia el siglo XI se construiría la muralla de la población, que entonces estaba por encima de la actual. De esta primitiva fortificación quedan los restos de una torre cuadrada.

Tras la conquista castellana se construyó el castillo sobre una peña de la sierra de los Castillejos, si bien es difícil precisar quien lo construyó, pues durante la edad media Albanchez perteneció a diversos señores, aunque sobre todo perteneció a la Orden de Santiago quienes lo conquistaron en 1231. En 1309 Fernando IV concede la villa a la Orden de Santiago, que creó la Encomienda de Bedmar y Albanchez, cuya presencia perduró, con intervalos, hasta su definitiva desaparición en el año 1836, en la desamortización de Mendizábal. Por las noticias aparecidas en los legajos conocemos que perteneció al señorío de Jódar, hasta que en 1338 Ruy Fernández lo vendió al Concejo de Úbeda por 1.500 maravedíes.

Albanchez dependió de Bedmar hasta que el infante don Enrique de Aragón la hizo villa independiente por privilegio dado en Valladolid el 18 de noviembre de 1419, confirmado con posterioridad por otros reyes.

Tras la reconquista se produjo un aumento demográfico auspiciado por las medidas y movimiento repobladores, el desarrollo de una economía de marcado carácter agrario y la cría de perdices y palomas así como la cría de ganado cabrío , lanar y vacuno. La decadencia económica del estado en el siglo XVII acentúa la situación en Albachez debido a su economía de subsistencia. hechos que se evidencia por el estado de ruina que tenía el castillo en esta época o el hundimiento del techo del templo parroquial.

El siglo XVIII y primera mitad del XIX significó un tímido intento de recuperación, así lo demuestra la reconstrucción de la iglesia dando lugar a la actual. Otro de los hechos más significativos es la definitiva desaparición de la Encomienda al calor de mediadas como la Desamortización de Mendizábal en 1836.

Los lugares más bonitos de visitar por su belleza de paisaje:
La Cueva del Morrón: está situada en las estribaciones del cerro Aznaitín y es una cueva pequeña y de fácil acceso, por lo que no hacen falta materiales específicos de espeleología, sino tan sólo unas simples linternas para apreciar las pinturas que se encontraron en 1981, originarias del Paleolítico Superior. Son las más antiguas de la provincia y representan dos figuras de animales que corresponden a una cabra y un jabalí, y una hoja de sílex. Forman dos grupos distintos atendiendo a su coloración. El grupo en negro (los animales) presenta una técnica de coloración que perfila con exactitud los contornos. Además, la cueva conserva restos muy bellos de estalactitas.

Caldera del Tío Lobo: Cascada de agua y gruta en lugar no muy accesible.
La Cueva de los Esqueletos En el Paraje de las Zorreras (en el municipio de Albánchez de Magina), descubierto en el siglo pasado por unos campesinos. Se trataba del hallazgo de varios esqueletos, sentados en semicírculo y armados de flechas cuyas puntas eran agudos pedernales, con cuchillos y lanzas también de pedernal. Los investigadores lo han identificado con un enterramiento múltiple de las Edad del Cobre. También en este municipio cabe visitar la Peña de los Enamorados, de la Edad del Bronce.

Hutar: Paraje natural situado a 2 km de la localidad, con manantiales, vegetación y antiguos molinos harineros posiblemente de epoca romana.



CASTILLO DE ALBANCHEZ DE MAGINA:



El castillo de Albanchez de Mágina domina y preside el pueblo, aposentado sobre el primer risco de la Sierra de los Castillejos. A pesar de sus pequeñas dimensiones y de sus estrecheces interiores, su
arriscada posición dificulta enormemente su acceso
Durante la época musulmana, Albánchez pertenecía a la provincia de las Alpujarras y a la Cora de Jaén. La construcción del castillo se atribuye al rebelde musulmán Ibn al Saliya señor de Sumuntán, en el siglo IX. Hacia el siglo XI se construyó la muralla de la población, a las faldas del castillo y cuyos restos son aún hoy visibles.
En el año 1231 las tropas de Fernando III el Santo reconquistan esta población y en 1309 Fernando IV concedió la aldea de Albanchez a la Encomienda de la Orden de Santiago, quedando como aldea de Bedmar para formar posteriormente junto con éste municipio La Encomienda de Bedmar y Albanchez. La causa de esta concesión fue doble, por una lado como premio por ayudar en su reconquista, pero, sobre todo, porque las tropas reales no podían defenderla de la proximidad e incursiones de los musulmanes.

Tras la conquista castellana se levantó en la cima de la peña el pequeño castillo cristiano sobre los restos del castillo anterior musulmán del siglo XI. Posiblemente fue construido por la Orden de Santiago entre los siglos XIX y XV, pues la forma redondeada de sus esquinas son típicas de esta Orden, que desempeñó un papel crucial durante todo el siglo XIV en este lugar fronterizo con los moros de Granada.

En el año 1338 era señor de este castillo Ruy Fernández de Jaén, llamado por otro nombre Ruy Fernández de Xodar, el cual dio poder a Juan Fernández Gallego para que lo vendiese al Concejo de Úbeda por autoridad del Rey y por su carta dada en Plasencia a 20 de enero de 1338

En el año 1419 el infante don Enrique le concedió el Título de Villa, separándola de la de Bedmar. A finales del siglo XVI el castillo ya estaba en ruinas y abandonado.

En Las relaciones topográficas de Felipe II se dice:

La villa de Albanchez tiene dos castillos, uno en lo alto de la dicha peña o sierra a questá arrimado, en lo alto della, y el otro más abajo y más cerca de la dicha villa. Los dichos dos castillos de la dicha villa de Alvanchez, el más alto hes de argamasa, y el otro más bajo hes de tapería e los çimientos son de piedra.


Las formas redondeadas de las esquinas son propias de los castillos de la Orden de Calatrava y en general de las fortalezas del siglo XV, como respuesta al incipiente desarrollo de la artillería.

Conserva su alcazarejo, construido en mampostería, y que consta de dos núcleos. En la parte más alta se encuentra el torreón de planta rectangular que alberga dos cámaras. En la parte inferior hay un aljibe rectangular que conserva restos del estuco que lo recubría.

Desde su elevada altura se divisan vastísimos panoramas y se comunicaba con los castillos de Torres, Bedmar, Jimena, Jódar, Baeza y Úbeda.




IMAGENES DEL CASTILLO: